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Es una de las rutas que más atrae en Cotopaxi. No importa si esta travesía, de alrededor de 150 kilómetros entre Latacunga y el Quilotoa, se hace en un bus interprovincial o en vehículo propio.
La sensación de aventura es similar porque se recorren extensos paisajes andinos y se saborean diversos platos típicos y la fritada en una docena de hostales y pequeños puestos de comida ubicados a un costado de la carretera o en las comunidades indígenas.
La excursión empieza en el centro cantonal de Pujilí. “Es mejor realizar este viaje en un fin de semana. El domingo salimos a las 06:00 de Quito con mi familia y nos aprovisionamos en la feria de Pujilí. Compramos agua, gaseosas, pastas y otros bocadillos. A partir de ese momento, todos nos preparamos para mirar”, dice Ofelia Jiménez, dueña de una zapatería en la capital.
A esta feria se llega por la avenida José María Velasco Ibarra. Funciona en la remodelada plaza Sucre.
Allí, cientos de indígenas expenden de todo: frutas, legumbres, hortalizas, pastas, pan, tubérculos, tortillas de maíz, ropa, bisutería. Incluso, en ese lugar funciona una miniterminal de donde parten los buses hacia Latacunga y Quito cada 15 minutos.
Ese lugar es frecuentado por decenas de turistas extranjeros . “No he comido tortillas de maíz con miel y con un vaso de morocho. Está totalmente fuera de mis experiencias”, comenta Erick Dalton, un viajero canadiense.
Y añade: “Somos 10 amigos que visitaremos el Quilotoa y caminaremos por sus estribaciones. Dicen que la aventura toma hasta tres días”.
Entre Pujilí y Zumbahua, a unos 55 kilómetros de la primera se levanta la comunidad Tigua. Es famosa por los hábiles pintores y escultores.
Alfredo Toaquiza es uno de ellos. En su galería hay cientos de cuadros, máscaras, esculturas y artesanías en exhibición.
“Pintamos sobre la vida andina: las cosechas, la justicia indígena, los matrimonios, ceremonias sagradas y fiestas religiosas anuales. Pintamos para que el mundo sepa nuestras tradiciones y creencias”, explica Toaquiza.
A 15 minutos de allí se encuentra Zumbahua y su plaza Central. Desde ese punto empieza una carretera en excelente estado de 12,5 kilómetros hacia el volcán Quilotoa.
Otra ruta de acceso y un lugar para descansar es Sigchos, a dos horas de Latacunga. Es un sitio central para ir a la laguna, cascadas y a ruinas arqueológicas de la zona.
Qué  llevar

Se debe utilizar    ropa cómoda como jeans, camisetas, zapatos de caña alta, chompas para abrigarse, gorras con visera, gafas oscuras y una mochila con varios bolsillos.

La comida para ‘picar’   es importante porque el paisaje motiva a descender del vehículo para dar un paseo por las cercanías o para realizar fotografías o videos. En ese momento caen bien unas papas,  chifles o algunos dulces. 

Los equipos de video  para este viaje son muy apropiados. A lo largo de la carretera hay miradores naturales para captar la belleza de los nevados, las montañas cubiertas con sembrados y las formaciones montañosas.

Mucho  cuidado con la basura    que se genere en esta aventura.Por eso, se recomienda juntar los desechos en una sola funda dentro del auto para no arrojarla en la carretera o en alguno de los recodos.
Los costos

Los buses  llegan hasta la laguna    y se los toma en Pujilí y en Latacunga. Su costo: USD 1,50 y 2 por persona.
En vehículo  particular    debe llenar   el tanque de  gasolina en Latacunga o    Pujilí.Lo mismo para ir a Sigchos, ya que el trayecto es largo y no hay estaciones de este servicio.

En el Quilotoa  hay    pequeñas hosterías que ofrecen alojamiento por USD 10 la noche y por persona. En Sigchos está la Hostería San José que ofrece caminatas hacia todos los atractivos.

Los guías de la  comunidad   también ofertan recorridos por zonas naturales. Cuestan USD 25 por grupo. Las opciones: Quilotoa, la cueva del Inca,  río Toacho-Zumbahua y aguas termales.   

Para ingresar    al volcán Quilotoa se debe pagar 1   dólar. El peaje está situado al finalizar la vía asfaltada de 12,5 kilómetros que se conecta con Zumbahua.